martes, octubre 14, 2008

La banquerocracia y la esclavitud


Ya nos dimos cuenta de uno de los que están tras la silla de la reeligión. Quien da las instrucciones de gobierno en este país no es precisamente Álvaro Uribe: el estado de “conmoción interior” fue una orden directa de Luis Carlos Sarmiento Angulo, uno de los principales promotores de la desigualdad social y la esclavitud laboral en Colombia, quien a los ojos de los medios, emprende cruzadas contra la pobreza, en favor de la justicia y se autoproclama benefactor de la educación.

Cuando la verdadera cruzada que está liderando esta cabeza de la banquerocracia es una dictadura del poder económico, que nos somete a todos los colombianos a la pobreza, la exclusión y a la esclavitud por ley, de manera vitalicia y legitimada por el peso del 84% de popularidad de Uribe, que nos impondrá desde ahora el eterno “Estado de Uniformidad Interior”.

Se supone que con la tan sublimizada Seguridad democrática, en este país no debería haber graves perturbaciones del orden público que requieran de un estado de conmoción interior. Pero bajo el “Estado de Uniformidad Interior”, estas perturbaciones consistirán en cosas que, bajo la antigua Constitución del 91, eran consideradas democráticas como:



• una huelga
• una protesta
• un bloqueo de carretera
• una parada de producción
• un pliego de peticiones
• un impedimento de desalojo
• una exigencia de cumplimiento de compromisos
• condiciones laborales justas y dignas

Todas aquellas manifestaciones que exigen de nosotros, como ciudadanos, al Estado respeto y cumplimiento en la preservación de nuestros derechos.

Pero en la lógica de la banquerocracia, no existe ni esta responsabilidad del Estado ni derechos para los ciudadanos, o mejor, consumidores. Porque así nos ven estos cacaos: como simples consumidores. Los banquerócratas no consideran justo que un trabajador del común reciba tanta plata en un salario, porque la plata debe llegarle sólo a ellos. Los trabajadores únicamente tienen derecho a una ¡bonificación de agradecimiento! por llenarles sus arcas de jugoso y abundante dinero. No se pueden quejar si no reciben nada más. Y con ese regalo altruista debemos mantener en marcha la cadena de consumo masivo que los sostiene en la punta de la pirámide.

Si los banquerócratas empiezan a sentir el traqueteo de los cimientos de su poder omnipresente, por causa del despertar de los trabajadores y su bullicioso anhelo por justicia social, equidad y redistribución de los ingresos, entonces su estabilidad se ve amenazada y le ordena a la Seguridad Democrática salir en su rescate, bajo el “Estado de Uniformidad Interior”.

Para los banquerócratas y los sacerdotes de la reeligión, el verdadero peligro para el orden público son los sindicalistas, los líderes comunitarios, los indígenas, los corteros de caña, los jueces y fiscales rasos, los estudiantes de la universidad pública, los transportadores, los campesinos pequeños productores de leche cruda, panela y gallina criolla, los deudores morosos del Upac, los jóvenes desempleados de las periferias de Bogotá y municipios de Colombia y todos aquellos a quienes les han pisoteado sus derechos y les han arrebatado sus pocos bienes conseguidos con el mayor esfuerzo. Los mismos bienes que la banquerocracia despojó con el menor esfuerzo.

Imágenes: El Espectador, Garzón en El Espectador (edición de Minoría Desinformada), www.cgtandalucia.org, www.lalibreriadelau.com, torosalvaje.blogspot.com