miércoles, noviembre 05, 2008

La seguridad democrática se quedó huérfana



Con el triunfo contundente de Barack Obama en las elecciones a la Presidencia de los Estados Unidos, el mundo está empezando a vivir un cambio de época que necesitaba hace ya muchos años: el respeto por los derechos de las personas a coexistir mutuamente, sin polaridad, sin colores, sin estigmatismos, sin exclusiones. En el mundo tendrá cabida el pensamiento diferente.

Las voces que claman por los Derechos Humanos, el medio ambiente, los derechos laborales y sindicales, los migrantes, la autodeterminación de los pueblos, la libre expresión, las minorías étnicas, todas estas voces se impusieron en el voto a Barack Obama y serán estas voces quienes en adelante tendrán el espacio que se merecen, en contraste con Colombia, donde Álvaro Uribe les ha cerrado todas las posibilidades de expresarse a estas mismas voces, nuestras voces y las legítimas protestas a todo lo que representa la seguridad democrática, concepto desfigurado por la mente insensible de Uribe, que ante todo hace gala del desprecio al Estado Social de Derecho.

Es claro que el triunfo de Obama fue la derrota ostensible del modelo funesto encarnado en George W. Bush: el miedo a un enemigo único, la persecución, el señalamiento, el maniqueísmo de que quien no está conmigo, es un terrorista, que es la esencia del discurso de Álvaro Uribe, con el que ha sometido al miedo al otro a toda esa mayoría informada que lo respalda y le cree con fe ciega.

Esperamos que esto se empiece a enderezar a partir de ahora con la presencia de Barack Obama al mando en la Presidencia de los Estados Unidos. La apuesta de los demócratas en el Congreso es precisamente la reivindicación de los derechos laborales y sindicales, la protección del medio ambiente, la defensa de los Derechos Humanos, temas que tienen estancada la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Colombia, por lo lesivo que significa para las mal llamadas minorías que están sufriendo vejámenes por parte del Estado colombiano, los empresarios y los medios de comunicación. De esta manera lo hemos visto en el último mes con la respuesta de este establecimiento a las protestas de todos esos colombianos abandonados que no cuentan con voceros influyentes que hagan valer el respeto a sus justas causas: las víctimas del conflicto armado, los indígenas, los corteros de caña, los trabajadores judiciales, todos los trabajadores colombianos, los damnificados por las deudas que impone el soterrado poder ejecutivo de Luis Carlos Sarmiento, los periodistas independientes, las minorías étnicas y culturales, que en Estados Unidos ya conforman una mayoría decisiva.

También es cierto que los retos que debe enfrentar la Presidencia de Obama son muy complejos: la crisis económica que aún no ha tocado fondo, los inmigrantes que están a la espera de soluciones y mejores tratos, los desempleados, el sistema de salud que está tan enfermo como en Colombia, la guerra de Irak, Israel y el conflicto en Medio Oriente, el cierre de Guantánamo. Por supuesto que su mandato no será la salvación del mundo ni sanará todo el daño que Estados Unidos históricamente ha causado. Pero ya hay luces de esperanza, un cambio de paradigma que empiece a desinflar ese monstruo del terrorismo inventado por la ultraderecha para mantener al pueblo enajenado.

Obama lo dijo en su discurso de victoria: “vamos a apoyar a quien trabaje a favor de la paz”. En esa lucha, ya no cabe la seguridad democrática.


Imagen: AP, en PrensaLibre.com